Una de las funciones de un fijador es matar el tejido a fin de que las acciones postmórtem de descomposición, o la putrefacción (ataque bacteriano), y la autólisis (ataque enzimático) sea impedido. El ataque bacteriano puede prevenirse en la mayoría de los tejidos frescos por aplicación de técnicas antisépticas muy estrictas, pero la autólisis no puede evitarse. La autólisis ocurre porque una cierta cantidad de las enzimas presentes en el tejido continúan sus procesos metabólicos, incluso después de la interrupción del suministro de sangre, hasta que algo ocurre para poner fin a la acción de la enzima. Algunos de estos procesos metabólicos incluyen romper las células y sus componentes. La autolisis es un problema muy común, sobre todo si la fijación se retrasa en tejidos que son ricos en enzimas (ej. hígado). Tejidos gravemente autolizados fallaran en la coloración.
Otra función de los fijadores es ayuda a mantener una relación adecuada entre las células y las sustancias extracelulares como las fibras conectivas (colágeno, reticulares y elásticas) y la sustancia amorfa. Esta estabilización tiene mucha importancia durante los pasos posteriores del proceso que de otra manera podrían deformar o distorsionar los elementos del tejido. Un fijador también funciona poniendo de manifiesto diferencias en los índices de refracción y aumentando la visibilidad, o el contraste entre, de los distintos elementos del tejido. El índice de refracción puede definirse como el radio de la velocidad de la luz en el aire por la velocidad de la luz en un líquido o medio sólido. Si el aire y el tejido tuviesen el mismo índice de refracción, el tejido sería invisible, por lo que el aumento de las diferencias en los índices de refracción de varios estructuras de los tejidos aumentarían el contraste entre esas estructuras.
Bibliografía
*Histotechnoogy A Self Instructional Text, Freida L. Carson, Capitulo 1, Paginas 2-8