El virus del papiloma humano (VPH) es una de las infecciones de transmisión sexual más frecuentes. Según distintos métodos diagnósticos, se puede estimar que cada año se infectan sólo en EE.UU. entre 4 y 7 millones de personas. Además, el riesgo acumulado de infección entre los adolescentes alcanza al 75% entre 3 y 5 años después de su primera experiencia sexual. Es por ello que son los adultos jóvenes los que más riesgo tienen de contraer la infección. De hecho, cerca de 4,8 millones de todos los casos nuevos que se presentan anualmente en EE.UU. se producen en jóvenes de entre 15 y 24 años.
Todas estas cifras se han comentado hoy en Vancouver en la jornada inaugural de la 22 Conferencia Internacional sobre Papilomavirus. En este encuentro se ha recordado que muchas infecciones con los tipos de VPH de bajo riesgo se presentan clínicamente como verrugas genitales ("condylomata acuminata") -presentes en el 1-2% de todos los adultos sexualmente activos- o displasias genitales de bajo grado. Los tratamientos de estas verrugas son caros y, a menudo, ineficaces.
Sin embargo, tal y como ha recordado el Dr. Eduardo Franco, profesor de Epidemiología y Oncología de la McGill University de Montreal-Quebec (Canadá), “el principal impacto de la infección persistente provocada por los tipos de VPH de alto riesgo viene de su condición de factor de riesgo necesario para el desarrollo del cáncer de cérvix invasivo, del que cada año se diagnostican en el mundo 490.000 casos, lo que le convierte en la segunda neoplasia más frecuente en la mujer”.
Además, hay que tener en cuenta que diferentes estimaciones sugieren que aproximadamente el 70% de todas las mujeres sexualmente activas desarrollará en algún momento de su vida una infección por uno o más tipos del VPH.
Aunque la puesta en marcha de campañas rutinarias de detección en los países desarrollados, basadas en el test de Papanicolau, ha reducido dramáticamente la mortalidad causada por esta neoplasia, todavía 280.000 mujeres, incluyendo 36.000 en Norteamérica y Europa, mueren cada año a causa del cáncer de cuello de útero. En este sentido, tal y como ha explicado el Dr. Franco, “hoy sabemos que la infección con los tipos 6 o 11 de VPH de bajo riesgo está detrás de prácticamente el 100% de las verrugas genitales y que la infección con los tipos 16 o 18 de alto riesgo ocasionan más del 70% de estos casos de cáncer”.
La importancia de estos procesos patológicos ha hecho que numerosos investigadores y compañías farmacéuticas estén trabajando en el desarrollo de vacunas preventivas para los distintos tipos del VPH. Para el Dr. Franco, “el uso de vacunas tiene el potencial de disminuir significativamente y en todo el mundo la morbimortalidad inducida por el VPH y los costes asociados con el diagnóstico, manejo y tratamiento de sus enfermedades asociadas”.
En esto coincide con el Dr. Daron Ferris, profesor de Medicina de Familia, Obstetricia y Ginecología del Medical College of Georgia (EE.UU.), que ha explicado que “en la actualidad están en desarrollo clínico varias vacunas multivalentes. En concreto, un ensayo con una vacuna bivalente VPH frente a los tipos 16/18 demostró su elevada eficacia a la hora de limitar la infección persistente provocada por esos dos tipos del virus, y un 93% de eficacia a la hora de prevenir citologías anormales. Además, un ensayo clínico muy reciente con una nueva vacuna tetravalente VPH frente a los tipos 6/11/16/18, y publicado hace dos semanas en “The Lancet Oncology” (2005;6:271-278), redujo la incidencia de infección persistente o enfermedad prácticamente en un 100%. Además, su eficacia se mantuvo durante los 2,5 años de seguimiento".
"Los ensayos fase III con estas vacunas siguen su curso y espero que los beneficios para la salud pública asociados con su uso sean pronto una realidad", concluyó el Dr. Ferris.
Además, los expertos reunidos en esta conferencia han recordado que, además de cáncer de cérvix, la infección causada por el VPH está asociada también con el 85% de los cánceres anales, el 50% de los de vulva, vagina y pene, el 20% de los orofaríngeos y el 10% de los de laringe y esófago.
Todas estas cifras se han comentado hoy en Vancouver en la jornada inaugural de la 22 Conferencia Internacional sobre Papilomavirus. En este encuentro se ha recordado que muchas infecciones con los tipos de VPH de bajo riesgo se presentan clínicamente como verrugas genitales ("condylomata acuminata") -presentes en el 1-2% de todos los adultos sexualmente activos- o displasias genitales de bajo grado. Los tratamientos de estas verrugas son caros y, a menudo, ineficaces.
Sin embargo, tal y como ha recordado el Dr. Eduardo Franco, profesor de Epidemiología y Oncología de la McGill University de Montreal-Quebec (Canadá), “el principal impacto de la infección persistente provocada por los tipos de VPH de alto riesgo viene de su condición de factor de riesgo necesario para el desarrollo del cáncer de cérvix invasivo, del que cada año se diagnostican en el mundo 490.000 casos, lo que le convierte en la segunda neoplasia más frecuente en la mujer”.
Además, hay que tener en cuenta que diferentes estimaciones sugieren que aproximadamente el 70% de todas las mujeres sexualmente activas desarrollará en algún momento de su vida una infección por uno o más tipos del VPH.
Aunque la puesta en marcha de campañas rutinarias de detección en los países desarrollados, basadas en el test de Papanicolau, ha reducido dramáticamente la mortalidad causada por esta neoplasia, todavía 280.000 mujeres, incluyendo 36.000 en Norteamérica y Europa, mueren cada año a causa del cáncer de cuello de útero. En este sentido, tal y como ha explicado el Dr. Franco, “hoy sabemos que la infección con los tipos 6 o 11 de VPH de bajo riesgo está detrás de prácticamente el 100% de las verrugas genitales y que la infección con los tipos 16 o 18 de alto riesgo ocasionan más del 70% de estos casos de cáncer”.
La importancia de estos procesos patológicos ha hecho que numerosos investigadores y compañías farmacéuticas estén trabajando en el desarrollo de vacunas preventivas para los distintos tipos del VPH. Para el Dr. Franco, “el uso de vacunas tiene el potencial de disminuir significativamente y en todo el mundo la morbimortalidad inducida por el VPH y los costes asociados con el diagnóstico, manejo y tratamiento de sus enfermedades asociadas”.
En esto coincide con el Dr. Daron Ferris, profesor de Medicina de Familia, Obstetricia y Ginecología del Medical College of Georgia (EE.UU.), que ha explicado que “en la actualidad están en desarrollo clínico varias vacunas multivalentes. En concreto, un ensayo con una vacuna bivalente VPH frente a los tipos 16/18 demostró su elevada eficacia a la hora de limitar la infección persistente provocada por esos dos tipos del virus, y un 93% de eficacia a la hora de prevenir citologías anormales. Además, un ensayo clínico muy reciente con una nueva vacuna tetravalente VPH frente a los tipos 6/11/16/18, y publicado hace dos semanas en “The Lancet Oncology” (2005;6:271-278), redujo la incidencia de infección persistente o enfermedad prácticamente en un 100%. Además, su eficacia se mantuvo durante los 2,5 años de seguimiento".
"Los ensayos fase III con estas vacunas siguen su curso y espero que los beneficios para la salud pública asociados con su uso sean pronto una realidad", concluyó el Dr. Ferris.
Además, los expertos reunidos en esta conferencia han recordado que, además de cáncer de cérvix, la infección causada por el VPH está asociada también con el 85% de los cánceres anales, el 50% de los de vulva, vagina y pene, el 20% de los orofaríngeos y el 10% de los de laringe y esófago.