En medio de la expectación que rodea a Gardasil, la única vacuna contra esta infección actualmente aprobada en varios países, una segunda terapia muestra sus resultados en las páginas de la revista 'The Lancet'. Se trata de Cervarix, fabricada por la multinacional GlaxoSmithKline y que, a diferencia de la primera (que está diseñada contra cuatro cepas del papilomavirus), está dirigida únicamente contra dos cepas (bivalente): la 16 y la 18.Lo que esta semana se publica son los resultados interinos de un ensayo internacional en fase III cuyo análisis final tendrá lugar en el año 2008. Encabezados por el profesor Jorma Paavonen, de la Universidad de Helsinki (Finlandia), y con la participación del Instituto Catalán de Oncología (ICO) entre otras instituciones. Más de 18.000 mujeres (varios centenares de ellas españolas) fueron divididas aleatoriamente en dos grupos. La mitad fue vacunada con Cervarix y la otra mitad con una vacuna contra la hepatitis A.
"El grupo de estudio incluía tanto a mujeres que nunca habían estado expuestas al virus [es decir, que nunca habían mantenido relaciones sexuales] como a aquellas que sí habían tenido contacto", explica a elmundo.es el doctor Xavier Bosch, uno de los firmantes de la investigación. "La finalidad de esto era valorar el impacto que tendrá la vacuna cuando la administremos a la población general, que no está tan seleccionada como en los ensayos clínicos". Una población que tendrá en las preadolescentes a su principal público objetivo, pero que probablemente pueda también beneficiar en menor medida a mujeres jóvenes que ya hayan estado expuestas al virus.Lesiones precancerosas
Tras una media de 15 meses de seguimiento, los investigadores valoraron en un 90,4% la eficacia de la vacuna en la prevención de lesiones precancerosas (lo que se denomina neoplasias intracervicales de alto grado), que anteceden a la aparición de estos tumores. Tal y como explica Bosch, se trata de un indicador subrogado que permite asegurar que esta vacuna previene el cáncer sin tener que esperar todos los años que puede tardar en desarrollarse un cáncer del cuello del útero. Algo que, por otro lado, tampoco sería ético.
La investigación demostró además que esta inmunización era capaz de proteger a las mujeres frente a otros tipos del virus, menos frecuentes, pero también relacionados con la aparición del cáncer, como las cepas 45 y 31.
Tal y como explica el doctor Bosch, que dirige el Servicio de Epidemiología y Registro del Cáncer en el ICO, este tipo de resultados en publicaciones científicas son siempre "un buen aval" para los nuevos tratamientos. En el caso de Cervarix, que ya está regulada en Australia, es posible que la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) se pronuncie favorablemente antes de este mismo verano. En EEUU, el tratamiento también está a la espera del visto bueno de las autoridades sanitarias.
Garantizarla en países pobresEn un editorial que publica la misma revista, Jessica Kahn y Robert Burk, de la Universidad de Cincinnati y el Albert Einstein College respectivamente (ambos en EEUU), aseguran que lo importante será garantizar la distribución de ambas vacunas contra el papilomavirus en los países en desarrollo, donde más mujeres mueren a causa de este cáncer. En ese punto, el doctor Bosch contraargumenta: "Vivimos en el mundo en que vivimos, y el acceso masivo a estas terapias en los países pobres sólo ocurrirá después de que se haya producido un acceso masivo en los países ricos".
Así es como él lo ve, "cada vacuna que pones aquí permite acelerar la llegada de la vacuna allá", y poniendo el mundo 'en fila', este especialista asegura que "mientras no estén cubiertos Manhattan, los Campos Elíseos o la Gran Vía, la vacuna no llegará a Santiago de Chile, Buenos Aires y, después, la India, África..."."En el mundo hay 300 millones de niñas entre 10 y 14 años, si cada una necesita tres dosis de la vacuna, y además queremos ampliar el rango de edad a chicas un poco mayores... No necesitamos dos compañías, necesitamos 22".